"Yo no soy bailarín, porque me gusta quedarme, quieto en la tierra y sentir, que mis pies tienen raíz"
Cuando tenía unos cinco años, inventé un juego con las chicas de enfrente de mi abuela, al que llamamos : "Las niñas de las flores" . Consistía en trasladarse sobre las raíces de cuatro o cinco árboles consecutivos y llegar al último sin caerse ni haber tocado la tierra. La que caía o tocaba el suelo era atrapada por ogros o moría, no recuerdo bien . Ninguna de las tres cuestionó jamás el camino, a pesar del peligro inminente. Al llegar al cuarto o quinto árbol ganábamos algo (el premio variaba, a veces salvábamos la vida de alguna de las tres). Ganar nunca fue impedimento para volver todos los domingos al primer árbol a jugar nuestro juego favorito.
Del jardín soy duende fiel,
cuando una flor está triste la pintó con un pincel y le toco el cascabel.
A M. Elena Walsh la admiro casi tanto como a mis hermanos mayores, pero nunca quise ser el árbol. No por no extrañarlo, no por no saber que sin el primero nunca llego al quinto.
Mírenme, soy feliz
entre las hojas que cantan
cuando atraviesa el jardín
el viento en monopatín.
Pasa que además de jacarandá y reino del revés, estuvo Grease, Dirty dancing, Mary Poppins, La novicia rebelde y las vi todas las veces que pude, más de las que mi madre podía tolerar.
Repeticiones agotadoras de melosas canciones entonadas por personajes que pensaban lo mismo, al mismo ritmo, en ese exacto momento en que pasaba la orquesta, casualmente, por la misma calle en donde se gestaba esa locura colectiva. Yo estaba ahí, cada vez.
Y no puedo ser jardinero, porque soy Footlose , porque canto como Tracy en las calles de Baltimore, porque quiero pedir que no llueva, como Fanny Brice cargando sus valijas.
I gotta fly once
I gotta try once
Only can die once, right, sir
Ooh, life is juicy, juicy and you see
I gotta have my bite, sir
Get ready for me love
Cause I'm a "comer"
I simply gotta march
My heart's a drummer
Don't bring around a cloud
To rain on my parade